Rosa

Hipótesis Colapso: Política y Pedagogía Prefigurativa

Por Adolfo Estrella

Nos enfrentamos, ahora, no en un futuro indeterminado, al desafío de la modificación de las condiciones de vida sobre el Planeta. Y a la reaparición, con mucha probabilidad, de las bestias que siempre han acompañado a la humanidad y que creíamos domesticadas: el hambre, las epidemias y las guerras. Disponemos de las evidencias científicas y de las señales visibles, aunque no las hayamos querido ver, que anuncian que la especie humana, a través de un modelo productivo biocida y suicida ha alterado las condiciones de posibilidad de todas las formas de vida, no sólo de la propia. Estamos experimentando de manera acelerada un desequilibrio sistémico generalizado. Tanto la vida social como la vida de la naturaleza han entrado en un bucle de transformaciones impredecibles. Las curvas del desarrollo y las del progreso coinciden con las de la autodestrucción, el antropoceno con el fin.

Se acabó la “normalidad”. La naturaleza, antes conocida, acompañante de los procesos vitales humanos, ahora se vuelve desconocida, irascible, extraña, impredecible. La crisis climática, es efecto del calentamiento global y este a su vez efecto de la quema intensiva de combustibles fósiles a partir del industrialismo. Pero el colapso tiene otras variables que el actual espectáculo de las “cumbres” no está poniendo sobre la mesa: el agotamiento del petróleo barato es uno de ellos. Todo esto hace aún más débil nuestra ya debilitada existencia dentro de la precarización neoliberal.

No es posible un crecimiento continuo en un planeta limitado. No es posible un crecimiento infinito en una biosfera finita. No hay un “desarrollo sostenible” que sostenga lo insostenible. Cuanto antes seamos conscientes de la necesidad de desprendernos de un modo de vida inviable, mejor para toda la humanidad y para el propio planeta. Nos va la vida y el futuro en ello. Todo el mundo lo sabe o intuye que vamos, como caballos desbocados, directos al precipicio con nuestro actual modo de vida esclavo. Una sociedad náufraga basada en el aumento delirante del crecimiento de la producción y el consumo. Pero nos negamos a asumirlo porque esta sociedad mercantilizada ha colonizado nuestro imaginario mental y utópico apresándonos en la maraña de deudas monetarias y subjetivas que sostienen nuestro supuesto bienestar.

Los escenarios que se avecinan requieren de imaginación colectiva, cooperación y lucidez política para escaparnos del monstruo del crecimiento desarrollista y de sus demonios gemelos, el productivismo y el consumismo. Las acciones, necesarias y posibles, se abren a muchos campos. La educación es uno de ellos; no el único, pero si un lugar privilegiado para iniciar la desarticulación del imaginario productivista y consumista, pero -sobre todo- para imaginar y prefigurar, aquí y ahora, formas de vida, de producción, de consumo de convivencia y existencia distintos a los que nos han llevado al desastre.

Necesitamos una educación ecosocial basada en una Pedagogía Prefigurativa que parta de la hipótesis, razonable y fundamentada, del colapso medioambiental y civilizatorio al que nos enfrentamos, y acompañe el esbozo de formas de resistencia, resiliencia y adaptación a él. La hipótesis colapso “lo cambia todo” según la expresión de Naomí Klein, incluyendo la educación y las acciones pedagógicas derivadas de ella. Cambia todo porque reordena las importancias y las urgencias sociales, porque permite distinguir con mayor claridad lo necesario de lo urgente, las necesidades de los satisfactores de dichas necesidades. En un contexto de supervivencia muchas cosas se vuelven superfluas y otras se convierten en fundamentales. Cuando lo que falta es el agua el deseo de Coca-Cola debería disminuir.

No estamos en un momento en el que nos aboquemos sólo a difundir información y conceptos ecológicos y a plantar arbolitos. No se trata de una “educación ambiental” para tener una “opinión pública informada”. Ya es demasiado tarde.  Se trata de pasar de individuos informados y conscientes a comunidades actuantes. Nuestra propuesta no es “ecología en la escuela” y en la sociedad, sino el diseño anticipatorio de escenarios colectivos actuales y futuros de resistencia y adaptación frente a un colapso posible.

Entendemos por Pedagogía Prefigurativa Ecosocial (PPE) aquella cuyos contenidos y didácticas se corresponden a los mundos sociales que imaginamos para hacer frente al colapso venidero. ¿Qué pasará cuando no haya agua en nuestro barrio? ¿Qué pasará cuando no haya combustible para el transporte público y no podamos ir al colegio? ¿Qué pasará cuando no haya verduras en la feria? ¿Qué es organizarse colaborativamente? ¿Cómo se cuida un huerto? Se trata de anticiparnos imaginando y construyendo formas de supervivencia y convivencia que desde el aquí y ahora se proyecten a ese cercano futuro catastrófico.

Se trata de construir comunes: comunes organizativos, comunes de conocimientos, comunes de vida. Esto implica entender a la escuela y el aula tanto como un sistema de observación como de intervención ecosocial en su entorno. Esa observación del entorno es tanto científica como política, antropológica, económica etc. Entendiendo, eso sí, que las posiciones “sistema” y “entorno” son relativas y cambiantes.  En realidad, somos sistema y, a la vez, entornos de otros sistemas y debemos aprender cuales son los sistemas que están alterando nuestras posibilidades de vida y defendernos de ellos, aliándonos y federándonos con otros sistemas amigos, creando entornos de acogida.

Se trata de recuperar saberes, intuiciones y experiencias ecológicas, sociopolíticas, éticas y científicas de las que todos disponemos. Se trata de rescatar los valores de la solidaridad, el apoyo mutuo, el autocuidado grupal, el respeto, la igualdad dentro de la diferencia, la organización comunitaria, los bienes comunes…proscritos por la axiología neoliberal. Una Pedagogía, ligada con prácticas políticas, que piense, pre-figure, anticipe, imagine y bosqueje los ámbitos de convivencia (de consumo, de producción, de organización, de pensamiento, de existencia) necesarios para nuestra continuidad local y global. Se trata de activar, aquí y ahora espacios pedagógicos que logren intuir los contornos y esbozar transiciones hacia los mundos necesarios y posibles para poder seguir viviendo. Se trata de desarrollar las didácticas y experiencias adecuadas a estos desafíos.

Una PPE es parte de una política pre-figurativa en las actuales condiciones de crisis civilizatoria, que propone «anticipar» la sociedad posible en nuestras prácticas actuales. Conectada con una Pedagogía de lo Común (PDC) concebimos a ambas como formas creación e imaginación, de invención de lo nuevo, no de simple transmisión de conocimientos desde un polo sabio a otro ignorante. Nos encontramos en un momento de re-diseño social que requiere de la imaginación aportada por todos. No podemos dejar en manos de “expertos” nuestro futuro común. Necesitamos “comunidades expertas” en su propia vida, local y situada, en un momento en el que las posibilidades de emancipación coinciden con las de supervivencia.

La educación hegemónica no está a la altura de lo que se avecina. A lo más está, tardíamente, incorporando barnices de “desarrollo sostenible” que no es desarrollo ni es sostenible y, por lo tanto, más atrasa las posibilidades de supervivencia. El tiempo se acelera y la crítica al actual modo de producción y consumo debe estar imbricada con propuestas colectivas de atenuación del desastre. “Parece difícil que las personas, grupos y maneras de pensar que nos han llevado a esta situación sean los mismos que nos van a sacar de ella. Se hace necesario que la ciudadanía tome cartas en el asunto y participe tanto del análisis como de las soluciones, a través de propuestas creativas que engloben a todas las personas del mundo” (CIP-Ecosocial).

Greta no nos salvará. Ya es parte del espectáculo mediático. Con todo, debemos agradecer su irrupción porque abre la posibilidad de pensar lo deseable y lo posible. Pero la tarea mayor es transformar la angustia (temor a lo desconocido) en miedo (temor a lo conocido) y el miedo en indignación solidaria y ésta en política y pedagogía pre-figurativa. Nada más ni nada menos.

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