Protección de la infancia en Chile y los trágicos resultados del INDH
Rodrigo Leyton Ortiz
Miembro de La Otra Educación
Parece difícil de creer, paradójico al menos, que en el mismo periodo en que el Gobierno de Michelle Bachelet promulga una ley que, de acuerdo con el Consejo Nacional de la Infancia, posiciona a Chile como un país con altos estándares en protección de la infancia, aparece un informe de INDH (Instituto Nacional de Derechos Humanos) mostrando nuevamente una trágica realidad sin respuesta aún.
Se estima que -de acuerdo con lo que sostiene el informe-, 8 de cada 10 niños reportó ser castigado por parte del personal del Sename en los últimos 12 meses. Así también, se informó que casi la mitad de los niños, niñas y jóvenes en residencias de protección revelo haber vivido alguna forma de maltrato psicológico durante el último año. En ese marco, se identificó un total de 23 casos de abuso sexual relatados por los propios niños, niñas y jóvenes.
Con todos estos antecedentes, y todos los vistos y escuchados en el último tiempo, ¿Qué más estamos esperando para cambiar esta realidad? Nos duele Chile, nos duele la indolencia, nos duele la corrupción, nos duele la violencia, nos duele la permanente injusticia social, y por sobre todo, nos duele saber que como sociedad hemos abandonado por completo a NUESTROS niños, niñas y jóvenes.
Llevamos días viendo y oyendo en diversos medios, las aberraciones que han ocurrido y ocurren en los centros de Sename, donde se “protege” en teoría a los niños más vulnerables del país, a esos a quienes el sistema les ha fallado por no saber cuidarlos en sus familias, en sus barrios, en sus colegios. Llevamos en realidad más de un año “llorando y tapando” la miseria de una clase política que usa a los más vulnerables del país como moneda de cambio y a una sociedad sorda ante la evidencia de la violencia normalizada.
“Lo esencial es invisible a los ojos” decía El Principito, y vaya que tenía razón, y es que un país donde se ha descuidado por completo el dar cuidado y protección a sus niños, niñas y jóvenes, es un país destinado a fracasar en diversas aristas: pensiones, salud, educación, vivienda, respeto, diálogo, empatía, vida… todo parte y todo termina en la infancia.
Hoy todos derramamos lágrimas por los niños del Sename, hoy son el tema de portada de los medios que pronto los olvidará, pero lo cierto es que la crisis que vemos en las noticias no es de SENAME como tal, la crisis es de una sociedad adultocentrista y maltratadora que se ha cortado por la parte más frágil, la niñez institucionalizada. Pero se ha preguntado usted ¿por qué esos niños, niñas y jóvenes llegaron a centros de protección? ¿Qué pasó con la familia, con el padre, con la madre, con el colegio, con el consultorio, con el jardín, con el vecino? ¿Qué pasó que nadie pudo cuidarlo antes? ¿Por qué ningún programa de gobierno fue capaz de evitar que lo violaran en la casa, que se drogara en el barrio o se pasara el día solo sin ningún adulto responsable?
Lo que realmente pasa hoy, no es la crisis de Sename, es la crisis completa de una sociedad. Sename no es nada más que la consecuencia más o menos visible de un país que volvió a la democracia, pero dejó a la niñez y juventud sepultada en la dictadura. Entonces ¿se trata de Sename todo esto? ¿vamos a organizar marchas por esos niños ajenos porque “pobrecitos están sufriendo” como un acto de caridad autocomplaciente? O vamos a tener el coraje de reconocer que no es por esos niños, sino por nuestros niños que tenemos que alzar la voz, que es por ellos, por los nuestros, y por los niños más o menos maltratados o abandonados que alguna vez fuimos, que tenemos que exigir transformaciones estructurales en el país.
La miopía e intereses políticos una vez más dejan en segundo plano la urgente necesidad de modernizar el Estado en materia de infancia. La protección a la infancia debe ser un tema que no se aloje en un Ministerio como el de Justicia si lo que se pretende es efectivamente avanzar hacia un reconocimiento de que nuestros niños, niñas y jóvenes son sujetos de derecho y que deben ser considerados como un eje central en cualquier proyecto país. Un sistema de garantías y protección a la infancia debe estar instituido en un organismo que sea más integral.
Ignorar la grave crisis de la familia en Chile es cerrar los ojos a uno de los problemas más acuciantes que enfrenta nuestro país. Significa olvidar las altas tasas de pobreza y marginalidad de niños y madres solteras, las situaciones de violencia intrafamiliar, las pensiones alimenticias impagas e incluso una política de vivienda deficitaria y discriminatoria que impide la formación de matrimonios y la consolidación de las familias.
Lo que ha ocurrido en el Sename en los últimos diez años es una vergüenza. Es de esperar que no nos quedemos en lamentos circunstanciales y que la sociedad entera –Estado y sociedad civil- nos hagamos cargo de esta triste herencia recibida. Porque a los niños que más lo necesitan, no los podemos dejar solos.