Apuntes generales sobre el adultocentrismo: ¿Y la voz de los niños y niñas?
Por Sebastián Soto-Lafoy, psicologo UNAB, colaborador La Otra Educación.
Por medio del presente escrito se pretende dar cuenta de algunas reflexiones sobre el adultocentrismo o sistema adultocéntrico, a partir de una serie de interrogantes que problematicen algunos aspectos de los lugares de enunciación en la escala intergeneracional de este fenómeno social.
En las últimas décadas, especialmente en América Latina, desde distintas disciplinas de las Cs. Sociales ha habido un cambio dentro de la producción interdisciplinar en el campo de estudio de la niñez. Esta producción teórica se abre paso principalmente a fines de los 80’ con el paradigma del protagonismo social y político de la niñez, cuyo fundamento se encuentra en la obra del peruano Alejandro Cussianovich.[1]
Desde el paradigma del protagonismo de la niñez, la educación popular y la teoría crítica, diversas organizaciones sociales y populares de educadorxs[2] y niñxs, en la región latinoamericana[3], han sido capaces de plantear, formular y desarrollar un pensamiento propio sobre las relaciones intergeneracionales, las clases de edad, la discriminación etaria, que se traducen en la construcción de discursos que ubican al adultocentrismo como un sistema sociocultural hegemónico que organiza la vida social, en tanto produce y reproduce determinadas formas de relaciones intergeneracionales, basadas en la desigualdad, violencia y opresión. Estos planteamientos también se nutren y dialogan con las investigaciones teóricas del mundo académico, recogiendo los aportes que consideran útiles para el desarrollo de sus pensamientos y prácticas políticas-pedagógicas, acordes a sus contextos en específico.
En este punto quisiera problematizar y tensionar algunas cuestiones que tienen que ver con la formulación del adultocentrismo, en relación a los lugares de enunciación a partir de los cuales se elabora dicho constructo. Cabe preguntarse: ¿el adultocentrismo puede ser definido y explicado por niños, niñas y adolescentes? ¿O es una tarea que solo le corresponde al mundo adulto? Si se revisa la bibliografía que abarca esta temática, muchos de esos textos son escritos mayoritariamente por autorxs adultos y adultas (Moscoso, 2009; Krauskopf, 2003; Duarte, 2012; Amador, 2013; Dantas y Tramolao, 2013). Es decir, lxs adultxs hablan de las niñeces y adolescencias, en representación de ellxs, haciendo uso del saber académico e intelectual, para desarrollar y caracterizar el cómo este sistema social, desde una hegemonía adulta, practica un ejercicio desigual del poder que deslegitima a los niños, niñas y adolescentes como interlocutores válidos, negando sus capacidades de pensamiento y opinión propia, subestimando la capacidad de toma de decisiones, y rechazando cualquier tipo de manifestación subjetiva que no vaya a acorde a los parámetros racionales de normalidad del mundo adulto. El adulto/la adulta desde su cosmovisión, describe “objetivamente” la violencia adultista que padecen constantemente los sujetos niñxs. [4]
Lo anterior nos lleva a la siguiente interrogante planteada por la filósofa india Gayatri Spivak: ¿Puede hablar el sujeto subalterno?[5] La autora sostiene que los sujetos subalternos son los grupos históricamente oprimidos (mujeres, campesinos, trabajadores), y a quienes el discurso dominante colonizador hace que lxs subalternxs no puedan razonar por sí mismxs, dificultándoles un lugar de enunciación propio que lo permita, necesitando por tanto siempre un mediador o representante que hable en su nombre y que lxs nombre. Si esto lo pensamos en la relación adultx-niñx, el segundo (sujeto subalterno) siempre es hablado por el primero (otro colonizador), ya sea de manera verbal o escrita. Para ejemplificarlo con la realidad chilena, durante el estallido social surgieron diversas instancias de participación ciudadana en todo el país, como cabildos y asambleas territoriales. En un principio, la asistencia y participación en dichos espacios era, o exclusivamente, o mayoritariamente, de adultos y adultas. Con el paso del tiempo se empezaron a generar cabildos para y de niños, niñas y adolescentes, resaltando su protagonismo en el desarrollo de esta acción colectiva. También se comenzaron a generar coloquios, conversatorios y cabildos de niñez, con la temática de la participación infantil en espacios universitarios. El único problema, era que lxs expositorxs en esas actividades, eran todxs adultxs.[6] ¿Se puede hablar de participación infantil sin la presencia de niñxs? Porque la cuestión central aquí no se trata de una mera “presencia física”, sino que le den lugar a sus palabras, que se tomen la palabra. Que hablen por sí mismxs sin la necesidad de que un otro lo haga por ellxs. Si hiciéramos un paralelismo, lo que sucedió en esas instancias, es como si en un cabildo de mujeres, los participantes fueran solamente hombres hablando entre ellos sobre el patriarcado, la violencia machista, las relaciones de género, y como eso afecta a las mujeres. Cuestión que, hoy en día, en Chile, gracias al movimiento feminista, sería impensado y absurdo. Pero al parecer que cuando se trata de niñxs y adolescentes, es normal e incuestionable. Considero que la tarea comienza por desnormalizarlo.
Entonces, ¿pueden hablar los niños y las niñas? Pregunta que nos orienta, por un lado, a reflexionar y cuestionar la racionalidad adultocéntrica en la que lxs adultxs son protagonistas de todos los espacios cotidianos de la vida, incluso cuando se trata de apropiarse discursivamente de temáticas atingentes a la niñez y adolescencia, como el adultocentrismo, participación infantil, derechos de lxs niñxs, y por otro lado, desde el campo de la militancia social y popular, abrir y facilitar canales de participación, sistematizar, investigar, visibilizar y socializar las experiencias colectivas de niñeces protagónicas[7]. Estas acciones nos pueden permitir cuestionar, entre otras cosas, el paternalismo moderno (Liebel, 2007) el cual si bien permite y garantiza la participación y expresión propia de los niños y las niñas, esto debe realizarse con la protección y asistencia de lxs adultxs, quienes hacen una diferencia marcada entre el mundo adulto y el mundo infantil. La consigna se reduce a: responsabilidad sin participación (que es lo que se vio en los cabildos y conversatorios sobre participación infantil mencionados).
Para finalizar, y siendo consecuente con las interrogantes e inquietudes planteadas en el texto, sugiero leer “El Manifiesto Antiadultista” de Alexanthropos Alexgaias (2014)[8], un adolescente español de 17 años (edad cronológica el momento que redactó el texto), en el que define, elabora y caracteriza, de una manera bastante lúcida y clara, lo que es el adultismo y el adultocentrismo. Hasta ahora, ha sido el único escrito que he encontrado, redactado por alguien no-adultx, que desarrolle dichos conceptos.
Referencias bibliográficas
–Alexgaias, A. (2014) El Manifiesto Antiadultista. Distribuidora Anarquista Polaris, Galiza.
– Amador, J. C. (2013). Condición juvenil en sociedades adultocéntricas. Tendencias & Retos, 18 (2), 141-156.
-Cézar Dantas, Julio; Rodríguez Tramolao, Sergio (2013). Superando el adultocentrismo. UNICEF.
-Duarte Quapper, Claudio (2012). Sociedades adultocéntricas. Sobre sus orígenes y reproducción. Última Década N°36. Valparaíso: Ediciones CIDPA.
– Krauskopf, Dina (2003). Participación social y desarrollo en la adolescencia. Costa Rica: Fondo de Población de las Naciones Unidas.
-Liebel, M (2007). Paternalismo, participación y protagonismo infantil. En Participación Infantil y Juvenil en América Latina (1era ed.) (pp.113-146) Universidad Autónoma Metropolitana: México.
–
Moscoso,
María Fernanda. La mirada ausente: Antropología e infancia. En: Aportes Andinos
No.24. Quito: Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador; Programa Andino
de Derechos Humanos, abril 2009. 8 p.
[1] Muñoz, M. M. “Ser personas adultas antiadultistas desde el elogio de las nuevas generaciones”. Reseña del libro: Niñez en movimiento, del adultocentrismo a la emancipación, de Santiago Morales e Gabriela Magistris, en Revista Desidades. Nº 23, año 7, abril-junio2019.
[2] Se utilizará lenguaje inclusivo haciendo uso de la “x” para remplazar a la “o” y la “a”.
[3] Por nombrar algunas: La Miguelito Pepe (Argentina), : Movimiento de Adolescentes y Niños Trabajadores Hijos de Obreros Cristianos (Perú), Coordinación Nacional de Niños ,Niñas y Adolescentes Trabajadores (Paraguay), Coordinación Regional de Niños, Niñas y Adolescentes Trabajadores (Venezuela), Unión de Niños, Niñas y Adolescentes Trabajadores de Bolivia (Bolivia). Las organizaciones de niñxs y adolescentes trabajadorxs, y varias más, se articulan en el Movimiento de Niñas, Niños y Adolescentes de América Latina y el Caribe (MOLACNATS).
[4] De lo que aquí no se trata es de establecer un discurso “anti académico” o “anti intelectual”, sino de cuestionar, desde una perspectiva de la investigación militante, el hecho de que muchas de las producciones académicas –teóricas- que dicen cuestionar el adultocentrismo, que, entre otras cosas acalla la palabra de lxs niñxs, terminan, paradójicamente reproduciendo esas lógicas adultistas al hablar, en términos bien abstractos, en nombre de “los niños y las niñas”. Para que se entienda mejor, si hacemos un paralelismo con los feminismos, que hombres escriban o expongan en seminarios, conversatorios, sobre, por ejemplo, la condición de la mujer, en Chile actualmente sería bastante cuestionado porque se replica una lógica patriarcal-paternalista de hablar en nombre de. Pero al parecer cuando se habla en nombre de lxs niñxs, no hay cuestionamiento alguno. ¿Cuál es la propuesta? Es una problemática que merece ser desarrollada con mayor profundad, por lo que es contenido de debate para otro escrito. Solo una idea orientadora: Apostar a la subversión de esta lógica academica-adulista indagando, difundiendo y socializando fuentes de información de todo tipo (libros, artículos, revistas, trabajos, entrevistas, documentales, papers) que puedan dar cuenta directamente de las voces de lxs niñxs.
[5] G, Spivak (2011) ¿Puede hablar el subalterno? , Buenos Aires, Editorial El cuenco de plata.
[6] Las actividades mencionadas corresponden a las que asistió el autor de este escrito en la Universidad de Chile, Santiago, durante los meses de diciembre y enero. Se hace esta aclaración para no generalizar y omitir que desde el estallido social hubieron muchas iniciativas (algunas de las cuales se difundieron por redes sociales) en distintas regiones del país en las que se desarrollaron cabildos, asambleas, actividades y talleres de niños, niñas y adolescentes, y en la que lxs adultxs cumplían un rol de acompañamiento y facilitadorxs de la actividad, siendo lxs niños y niñxs lxs actores principales de la misma.
[7] Experiencias políticas colectivas de niñeces protagónicas en América Latina se pueden encontrar en las organizaciones de niños, niñas y adolescentes trabajadores, las cuales tienen presencia en Colombia, Venezuela, Chile, Argentina, Perú, Paraguay y Bolivia. Para conocer sus experiencias de organización, se recomienda leer los trabajos de los colaboradores del movimiento de niñeces trabajadoras, Alejandro Cussianovich y Manfred Liebel.
[8] Revisar en: https://distripolaris.noblogs.org/files/2015/04/El-Manifiesto-Antiadultista-con-e.pdf.